Disculpen el retraso! aqui esta el sig. cap.
Faltaban a penas escasos tres minutos para que se
terminaran esas dos horas y él ya estaba tocando la puerta. Puntual como
siempre.
Ana: Ya voy Bill, espera por favor-grite mientras
corría al baño para ponerme un poco de perfume y echarme un último vistazo en el espejo, alborote un
poco mi cabello y salí caminando haciendo sonar mis tacones, respire hondo y
abrí la puerta.
Bill abrió mucho los ojos, desconcertado supongo… Me
repaso con la mirada incrédula. Lo observe regocijándome en el placer de haber
derrumbado ese autocontrol, logro cerrar
la boca cuando Tom se aproximó, éste me miro y lanzo un silbido sin dejar de
sonreír.
Tom: ¡woou! Estás… ¡Guapísima!
Ana: gracias Tom
Tom: de verdad, te ves increíble- Tom hacía que me
sonrojara, sus miradas nunca se escondían.
Bill: ¿Tom puedes dejarnos un momento?
Tom: eh…si-dijo sin mirarlo-bien nos vemos más tarde
Ana, que esta noche nos vamos de fiesta, y tú ya estas lista para eso…
Ana: ¿sí? Pues
lo estoy, tengo muchas ganas de salir
Tom: Nos vemos más tarde
Ana: si.-Tom le dedico una mirada y una sonrisa a
Bill antes de irse.
Bill: ¿puedo pasar?-pregunto con una ligera
impaciencia en la voz, yo no pude evitar
mirarle algo aturdida. ¿Cómo que pasar? ¿A caso íbamos hablar aquí? No… yo
necesitaba un terreno neutral, no podía quedarme a solas con él, en un lugar
tan íntimo. Estaba confiada por pensar
que hablaríamos en un lugar abierto, no aquí, el me miró fijamente, esperando
que le respondiera, entonces fui consciente de que noto mi desconcierto, logre
despertar de mi letargo y aparentar desinterés.
Ana: creí que hablaríamos abajo, ya sabes para tomar
algo… no sé…-mentí, pero es que no podía
quedarme a solas con él.
Bill: Abajo todavía hay muchas fans y quizá prensa
Ana
Ana: ah…-suspire deanimada-cierto
Bill: Pero si quieres podemos pedir que nos traigan
algo
Ana: no, está bien-caí en cuenta que aún estaba de
pie afuera, me aparte para indicarle que entrara. Él llevaba puestos unos
pantalones de mezclilla rotos, una
camisa blanca que llevaba desabrochados los botones de la parte superior, olía
a colonia y a jabón. Llevaba el cabello húmedo y despeinado, le caían un par de
mechones ondulados en el rostro, estaba
guapísimo.
Bill camino hasta la pequeña salita, y yo cerré la
puerta y luego le seguí, trate de
mantener una buena distancia entre los dos, pero él la acortaba con su mirada, sus
ojos se posaron en la libélula, frunció el ceño y yo me hice la desentendida.
Bill: Veo que te gusto lo que te regale.
Ana: si, me gusta. Te lo dije cuando me lo diste.
Vi una expresión de dolor, que le cruzo el rostro
para rápidamente recomponerse y mantener
esa seriedad que ya me estaba asustando. ¿Cuándo había estado así Bill? Solo lo
vi de esta forma cuando apenas nos conocíamos y no nos llevábamos tan bien… suspire
inconscientemente y el me observo con demasiada atención. Oh no…
Bill: ¿suspirando…?-sonrió divertido
Ana: no.
Bill: ¿sabes…? Me gusta que lleves puesto algo mío…
¡Vaya! Él también quería desconcertarme… y yo no pude evitar
sonrojarme, esa no era mi intención al ponérmelo, ni siquiera llegue a pensar
en eso.
Ana: No lo llevo puesto por ti.
Bill: Lo sé-murmuro decepcionado. ¿Decepcionado…?-No fui demasiado importante antes,
mucho menos ahora.
No pude evitar sorprenderme. ¿De qué me estaba
hablando? ¿No debería decirle yo eso?
Ana: No sé de qué hablas Bill. Para ser honesta me
sorprende que hoy me estés brindando un poco de tu valioso tiempo…
Él se rio y se dio la vuelta, se asomó por el balcón
y luego camino hacia donde estaba, por un momento pensé que se iba a aproximar
completamente pero se detuvo a penas unos centímetros.
Bill: ¿con que era eso?-dijo triunfante-¿Te molesta
que no tuviera el tiempo para ti?-sonrió con humor- lo siento Ana, pero
desafortunadamente no siempre soy el dueño de mi tiempo-dijo afligido…
Ana: yo… yo lo sé Bill, no quise decir…-eso era
verdad, yo no podía exigirle que estuviera al pendiente de mí, pero al menos un poco de solidaridad,
dadas las circunstancias pasadas.
Bill: No eran estas las condiciones en las que
quería que estuviéramos aquí…
¿Por qué me decía eso? ¿No se daba cuenta lo mucho
que me dolía? ¿O se daba cuenta y por eso lo hacía?
Ana: Yo tampoco quería estar así, pero así se dieron
las cosas Bill
Bill: Cuando te di el tiempo, no lo supiste
aprovechar… -respondió arrogante-Solo dime una cosa más-pronuncio con la
facción endurecida-¿Por qué eres tan indiferente a todo?
¿Yo? ¿De verdad había escuchado bien? Estaba
volteando las cosas, y eso no se lo iba a permitir.
Ana: ¿indiferencia? Eso lo aprendí de ti. Me dejaste
sola cuando más te necesitaba…-alcance a decir antes de que la voz se me
quebrara.-Fui consciente de que todavía me dolía el que no hubiera estado ahí…
No se movió por un breve instante pero a mí era como
mirarlo todo a cámara lenta, las ganas que tenía de salir de fiesta y
divertirme se habían convertido en ganas de quedarme ahí, escondida del mundo
entero, lejos de todo. Bill rompió con la poca distancia que teníamos, se
disponía a tocarme el brazo, pero no iba a poder soportarlo.
Ana: No me toques. –Su mano se quedó suspendida en
el aire, su expresión dolida termino por romperme el corazón. Creí que podía
ser fuerte, que podía resistir esto, pero…
Bill: ¿Por qué no me lo dijiste…? –su mirada
compasiva me traspaso el alma. Sentía como mi ser se llenaba de indignación. ¿A
qué se refería? ¿Lo sabía…?-Si me lo hubieras contado, si me lo hubieras
pedido… hubiera estado contigo…
¡Lo sabía! Lo sabía y aun así no me dijo nada, aun
así, decidió dejarme sola. Esto no podía estar pasando…
Ana: ¿lo sabías Bill?-le pregunte con la esperanza
de estar equivocada
Bill: si…-susurro avergonzado
Ana: pero ¿Cómo…? –no lo podía creer. Siempre lo
supo, entonces…-No Bill. No puedes decirme eso. Tu indiferencia tenía como
excusa el no saber nada, ahora…ahora… -sentía los ojos acuosos pero me resistía
a dejar brotar esas lágrimas-te necesitaba…-me senté en el sillón, una de sus
manos me tocaba la espalda con temor, y yo no me atrevía a mirarlo ni a
alejarlo, lo necesitaba.
Bill: lo siento Ana. Siento no haber estado contigo,
pero cuando estuve seguro de que estabas
bien… no me necesitabas…
Ana: ¿de qué hablas? Claro que sí…yo… ¿Cómo te
aseguraste de que…?-me corto
Bill: porque te vi… tu padre estaba bien, tenía un buen pronóstico
y…-esta vez le corte yo.
Ana: ¿Cómo sabes eso…?
Se puso de pie y dio unos pasos en la habitación
para mirarme nuevamente.
Bill: Es que… yo estuve ahí.
Ana: ¿Qué…?-entonces no me lo imagine, no fue un
sueño, en verdad estuvo ahí…-¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me
llamaste? ¿Sabes cuanta falta me hacías?
Bill: No mientas. Si me hubieras necesitado, me
hubieras contado lo que estabas pasando, me hubieras tenido
confianza, yo te hice parte de mi vida y esperaba lo mismo… pero por algo no
querías que me enterara.
Ana: no es así Bill. Yo quería decírtelo, pero no
podía hablar por teléfono, entiéndeme, no quería derrumbarme… y tú no me
llamaste nunca, yo quería… -explique atropellándome yo misma con mis palabras-¿Cómo
lo supiste?
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