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jueves, 30 de mayo de 2013

Capitulo 74

Disculpen el retraso! aqui esta el sig. cap.

Faltaban a penas escasos tres minutos para que se terminaran esas dos horas y él ya estaba tocando la puerta. Puntual como siempre.

 Ana: Ya voy Bill, espera por favor-grite mientras corría al baño para ponerme un poco de perfume y echarme  un último vistazo en el espejo, alborote un poco mi cabello y salí caminando haciendo sonar mis tacones, respire hondo y abrí la puerta.

Bill abrió mucho los ojos, desconcertado supongo… Me repaso con la mirada incrédula. Lo observe regocijándome en el placer de haber derrumbado ese autocontrol,  logro cerrar la boca cuando Tom se aproximó, éste me miro y lanzo un silbido sin dejar de sonreír.

Tom: ¡woou! Estás… ¡Guapísima!

Ana: gracias Tom

Tom: de verdad, te ves increíble- Tom hacía que me sonrojara, sus miradas nunca se escondían.

Bill: ¿Tom puedes dejarnos un momento?

Tom: eh…si-dijo sin mirarlo-bien nos vemos más tarde Ana, que esta noche nos vamos de fiesta, y tú ya estas lista para eso…

Ana: ¿sí? Pues  lo estoy, tengo muchas ganas de salir

Tom: Nos vemos más tarde

Ana: si.-Tom le dedico una mirada y una sonrisa a Bill antes de irse.

Bill: ¿puedo pasar?-pregunto con una ligera impaciencia en la voz,  yo no pude evitar mirarle algo aturdida. ¿Cómo que pasar? ¿A caso íbamos hablar aquí? No… yo necesitaba un terreno neutral, no podía quedarme a solas con él, en un lugar tan íntimo. Estaba confiada  por pensar que hablaríamos en un lugar abierto, no aquí, el me miró fijamente, esperando que le respondiera, entonces fui consciente de que noto mi desconcierto, logre despertar de mi letargo y aparentar desinterés.  

Ana: creí que hablaríamos abajo, ya sabes para tomar algo… no sé…-mentí, pero es que  no podía quedarme a solas con él.

Bill: Abajo todavía hay muchas fans y quizá prensa Ana

Ana: ah…-suspire deanimada-cierto

Bill: Pero si quieres podemos pedir que nos traigan algo

Ana: no, está bien-caí en cuenta que aún estaba de pie afuera, me aparte para indicarle que entrara. Él llevaba puestos unos pantalones de mezclilla rotos,  una camisa blanca que llevaba desabrochados los botones de la parte superior, olía a colonia y a jabón. Llevaba el cabello húmedo y despeinado, le caían un par de mechones ondulados en el rostro,  estaba guapísimo.

Bill camino hasta la pequeña salita, y yo cerré la puerta  y luego le seguí, trate de mantener una buena distancia entre los dos, pero él la acortaba con su mirada, sus ojos se posaron en la libélula, frunció el ceño y yo me hice la desentendida.

Bill: Veo que te gusto lo que te regale.  

Ana: si, me gusta. Te lo dije cuando me lo diste.

Vi una expresión de dolor, que le cruzo el rostro para rápidamente recomponerse  y mantener esa seriedad que ya me estaba asustando. ¿Cuándo había estado así Bill? Solo lo vi de esta forma cuando apenas nos conocíamos y no nos llevábamos tan bien… suspire inconscientemente y el me observo con demasiada atención. Oh no…

Bill: ¿suspirando…?-sonrió divertido

Ana: no.

Bill: ¿sabes…? Me gusta que lleves puesto algo mío…

¡Vaya! Él también quería  desconcertarme… y yo no pude evitar sonrojarme, esa no era mi intención al ponérmelo, ni siquiera llegue a pensar en eso.

Ana: No lo llevo puesto por ti.

Bill: Lo sé-murmuro decepcionado. ¿Decepcionado…?-No fui demasiado importante antes, mucho menos ahora.

No pude evitar sorprenderme. ¿De qué me estaba hablando? ¿No debería decirle yo eso?

Ana: No sé de qué hablas Bill. Para ser honesta me sorprende que hoy me estés brindando un poco de tu valioso tiempo…

Él se rio y se dio la vuelta, se asomó por el balcón y luego camino hacia donde estaba, por un momento pensé que se iba a aproximar completamente pero se detuvo a penas unos centímetros.

Bill: ¿con que era eso?-dijo triunfante-¿Te molesta que no tuviera el tiempo para ti?-sonrió con humor- lo siento Ana, pero desafortunadamente no siempre soy el dueño de mi tiempo-dijo afligido…

Ana: yo… yo lo sé Bill, no quise decir…-eso era verdad, yo no podía exigirle que estuviera al pendiente de  mí, pero al menos un poco de solidaridad, dadas las circunstancias pasadas.

Bill: No eran estas las condiciones en las que quería que estuviéramos aquí…

¿Por qué me decía eso? ¿No se daba cuenta lo mucho que me dolía? ¿O se daba cuenta y por eso lo hacía?

Ana: Yo tampoco quería estar así, pero así se dieron las cosas Bill

Bill: Cuando te di el tiempo, no lo supiste aprovechar… -respondió arrogante-Solo dime una cosa más-pronuncio con la facción endurecida-¿Por qué eres tan indiferente a todo?

¿Yo? ¿De verdad había escuchado bien? Estaba volteando las cosas, y eso no se lo iba a permitir.

Ana: ¿indiferencia? Eso lo aprendí de ti. Me dejaste sola cuando más te necesitaba…-alcance a decir antes de que la voz se me quebrara.-Fui consciente de que todavía me dolía  el que no hubiera estado ahí…

No se movió por un breve instante pero a mí era como mirarlo todo a cámara lenta, las ganas que tenía de salir de fiesta y divertirme se habían convertido en ganas de quedarme ahí, escondida del mundo entero, lejos de todo. Bill rompió con la poca distancia que teníamos, se disponía a tocarme el brazo, pero no iba a poder soportarlo.

Ana: No me toques. –Su mano se quedó suspendida en el aire, su expresión dolida termino por romperme el corazón. Creí que podía ser fuerte, que podía resistir esto, pero…

Bill: ¿Por qué no me lo dijiste…? –su mirada compasiva me traspaso el alma. Sentía como mi ser se llenaba de indignación. ¿A qué se refería? ¿Lo sabía…?-Si me lo hubieras contado, si me lo hubieras pedido… hubiera estado contigo…

¡Lo sabía! Lo sabía y aun así no me dijo nada, aun así, decidió dejarme sola. Esto no podía estar pasando…

Ana: ¿lo sabías Bill?-le pregunte con la esperanza de estar equivocada

Bill: si…-susurro avergonzado

Ana: pero ¿Cómo…? –no lo podía creer. Siempre lo supo, entonces…-No Bill. No puedes decirme eso. Tu indiferencia tenía como excusa el no saber nada, ahora…ahora… -sentía los ojos acuosos pero me resistía a dejar brotar esas lágrimas-te necesitaba…-me senté en el sillón, una de sus manos me tocaba la espalda con temor, y yo no me atrevía a mirarlo ni a alejarlo, lo necesitaba.

Bill: lo siento Ana. Siento no haber estado contigo, pero cuando estuve seguro de que  estabas bien… no me necesitabas…

Ana: ¿de qué hablas? Claro que sí…yo… ¿Cómo te aseguraste de que…?-me corto

Bill: porque te vi…  tu padre estaba bien, tenía un buen pronóstico y…-esta vez le corte yo.

Ana: ¿Cómo sabes eso…?

Se puso de pie y dio unos pasos en la habitación para mirarme nuevamente.

Bill: Es que… yo estuve ahí.

Ana: ¿Qué…?-entonces no me lo imagine, no fue un sueño, en verdad estuvo ahí…-¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me llamaste? ¿Sabes cuanta falta me hacías?

Bill: No mientas. Si me hubieras necesitado, me hubieras  contado  lo que estabas pasando, me hubieras tenido confianza, yo te hice parte de mi vida y esperaba lo mismo… pero por algo no querías que me enterara.

Ana: no es así Bill. Yo quería decírtelo, pero no podía hablar por teléfono, entiéndeme, no quería derrumbarme… y tú no me llamaste nunca, yo quería… -explique atropellándome yo misma con mis palabras-¿Cómo lo supiste?  

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