Bienvenid@:

Este es un espacio para compartir una historia, o tal vez más...
*Recuerda que: lees bajo tu propia responsabilidad*
Gracias por tu visita.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Capítulo 61

Ana: ¿no piensas soltarme?

Le pregunte a penas en un susurro, necesitaba tocarle y acariciar su cuerpo


Bill: No.

Ana: pero…

Bill: pero nada.-Se dirigió a uno de mis hombros desnudo, sentía como por el subía y bajaba su respiración, intente soltarme sin ningún resultado, advertí como le complacía la situación cuando note que sonreía contra mi cuello, no podía permitir que se saliera con la suya.

Ana: Bill me haces daño…-le dije, aunque era mentira, pero necesitaba una forma de distraerlo

Bill: eso es lo que quiero…

Ana: Qué?




Él solo me mostro una sonrisa oscura y deslumbrante

Termino por provocar que la temperatura de mi cuerpo se disparar sin control, evaporando con ello la poca voluntad que tenía.

Por fin soltó mis manos peros solo para agarrarme de las piernas y elevarme, se apoyó con la pared, envolví mis piernas alrededor de su cadera al tiempo que también me sostenía de sus hombros, me llevo hasta el sillón más amplio de la habitación.

Casi podía sentir como el calor se había impregnado en toda la habitación al punto mismo de sofocar. Hizo que me recostara y casi de inmediato dejo caer, casi con violencia, todo el peso de su cuerpo, la madera del mueble crujió y no tuve más noción del tiempo.

(...)




Desperté alrededor de las tres de la mañana o eso suponía, quería levantarme y mirar la hora pero la verdad era que no quería hacerlo, no quería perder ni un minuto lejos de Bill, era como si al momento de levantarme el tiempo se agotara y llegara el momento en que tendríamos que separarnos, además de que quería guardar ese momento en mi memoria pasara lo que pasara, me abrace más fuerte a él y casi creo que lo sintió porque juraba que había apretado mi mano, la cual sostenía y descansaba en su pecho.

Me quede quieta esperando a ver si abría los ojos pero no lo hizo y supuse que había sido un reflejo, me solté de su mano suavemente sin perder de vista sus facciones, las cuales después leí con mis dedos

Bill: ¿qué tienes? –preguntó tomándome por sorpresa inclusive aún tenía los ojos cerrados- le mire unos segundos hasta que reaccione y le conteste

Ana: ¿yo? Nada, ¿por qué?

Bill: no sé… creo que algo te preocupa-abrió los ojos




Ana: ¿a, mí? Pues no… nada…

En realidad si había algo que me atormentaba, y en realidad era el propio Bill, quien había abierto la puerta a esa inquietud, lo había dicho en un comentario la noche anterior, tal vez no dándole la importancia que tenía pero ciertamente si me tenía preocupada. Pero el tan solo dedicarles un pensamiento a ellos me hacía consumirme lentamente y prefería evadirlo. La distancia con mis padres, y no precisamente la física ya me estaba pasando factura.

Bill: ¿te parece si vamos a la cama? La verdad es que aquí ya no estoy tan cómodo, estas apunto de dejarme en el suelo

Fue entonces que me percate que estaba en la orilla del sofá y como había dicho a punto de caerse.

Ana: jajá pues me lo hubieras dicho antes… pero no quiero. Yo no tengo la culpa de que seas un gigante y que no quepas en el sofá

Bill: yo no soy un gigante, es solo que casi todos a mí alrededor son demasiado pequeños… pero está bien, porque por eso puedo hacer contigo a mi antojo…

Ana: ¡Bill!!

Bill: ¿qué? Es la verdad

Ana: no es cierto

Bill: sí que lo es y te lo acabo de demostrar

Ana: ¿sabes qué? No te voy a dar el gusto de hablar al respecto

Bill: no, claro que no. Porque tengo razón. Ven que te lo demuestro una vez más…

Ana: No.




Bill: ¿por qué luchas conmigo? Si aunque digas que no, siempre terminamos haciendo el amor

En ese momento sentí que el calor volvió a apoderarse de mis mejillas. Sabía que a Bill le costaba ser el primero en hablar pero tan pronto como comenzaba no había quien le parara… me reacomode en mi lugar, Bill se enderezo y me cubrió con su abrigo.

Bill: Ven, que yo te llevo

Ana: ¿Cómo?-se puso de pie, estando completamente desnudo y abrió la puerta del estudio.- ¿Acaso eres sordo? Te dije que no.

Bill: anda, vamos. Sabes que no tienes opción.- y antes que terminara de hablar me cogió en brazos y me levanto

Ana: ¿pero a ti se te ha botado un tornillo?-me aferre a su cuerpo para no resbalar- ¿Cómo crees que vas a llevarme? No vas a aguantarme, además que tal si ahí está Valeria y te ve así…

Bill: no creo que este. Y si esta, supongo estará en su habitación, tomando en cuenta que probablemente sepa que estoy aquí

Ana: bueno tal vez… pero igual no me aguantas estoy pesadísima, nos vamos a caer…-me abrace a su cuello lo más fuerte que puede cuando íbamos avanzando por el pasillo

Bill: ya verás que llegamos sanos y salvos, además estás tan pequeña no estás tan pesada

Ana: ¿perdón? ¿¡qué no estoy tan pesada!? Deberías de decir: ‘pero si eres ligera como pluma’ jaja

Bill: eso iba a decir, ¡uufff...! ¡que me caigo…!- bromeo mientras avanzo por la sala hasta llegar al otro corredor, paso de largo el cuarto de Valeria haciendo circo, maroma y teatro para no caernos, hasta que llego a la siguiente habitación que era la mía. Bill se inclinó con dificultad haciendo malabares para no perder el equilibrio

Ana: haber déjame, yo abro, bájame ya. Es una orden.

Bill: ¿y desde cuando me das órdenes tu a mi?

No supe como pero logro abrir la puerta, cuando logramos entrar sin darse la vuelta empujo la puerta con la pierna logrando cerrarla, llego hasta la cama y me dejo caer suavemente

Bill: ¿ves como no pasó nada?

Ana: tienes más fuerza de la que me había imaginado-me reí

Bill: te ves encantadora con tus hoyuelos en las mejillas

Ana: si- sentí todo el calor concentrado en el rostro-¿Te gustan?

Bill: más de lo que imaginas

Ambos nos metimos debajo de las cobijas, nos quedamos abrazados, notaba a Bill pensativo y por lo visto como yo sin una pizca de sueño.

Ana: ¿Qué te pasa?

Bill: nada

Ana: ¿seguro?




Bill: sí. Bueno… es solo que antes de comenzar la gira espero de verdad que vayamos a Alemania. Quiero estar en casa. No hay nada como la familia.

Me miro fijo a los ojos. Y ahora como otras veces me preguntaba si lo hacía a propósito. Ahora sabía a donde iba. Pase saliva, no puede evitar sentir como se me estrujaba el corazón y él se daba cuenta.

Un singular brillo en sus ojos apareció. Tuve que sentarme para tomar aire, sentía que los pulmones se me encogían.

Bill: ¿te sientes mal? -él se reincorporo en su lugar.

Su expresión era seria pero no había un verdadero tono de preocupación en su voz. No entendía como a veces podía llegar a ser tan cruel.

Ana: ¿para qué me lo preguntas? Si ya lo sabes.

Bill: ¿saber qué?- dijo despreocupado haciéndose para atrás nuevamente, recargándose en el respaldo de la cama

Ana: nada.

Bill: ¿nada, segura?

Ana: muy segura.

Volvió a reincorporarse en la cama, me tomo de la barbilla e hizo que le mirara antes de besarme.

Bill: no tengo sueño ¿y tú?

Ana: tampoco…

Bill me tomo de la cintura atrayéndome hacia él, los dos nos fuimos recostando despacio. Yo me quede bocarriba mirando el techo y él se colocó a un lado, enredando su pierna entre las mías.

Bill: Ey, ¿qué pasa?

Ana: ¿mande?

Bill: que llevo horas hablándote y tú en la luna. Quiero un poco de atención.-no pude evitar sonreír cuando verdaderamente note que estaba molesto, me volví y me acurruque a su lado.- ¿por qué estás tan distraída? –Aparto el cabello de mi cara y se inclinó hasta acercarse a mi oído- ¿Fue por lo que dije?

Ana: ¿eh? ¿Cómo?

Bill: ¿tú vas a casa o tus padres vienen a visitarte? ¿Por qué nunca hablas de ellos?- Sentí todo el calor del cuerpo acumulado en la cara, mi expresión tendría que ser la viva imagen de la indignación, como se atrevía a preguntarme algo así en ese momento, soñaba si creía que iba a obtener respuestas aprovechándose de la situación.

Ana: no es justo que me preguntes eso ahora- aparte su mano con brusquedad y me aleje todo lo que me fue posible.

Bill: ¿qué, no es justo?

Ana: ya lo sabes.

Bill: ¿qué?

Ana: Te estas aprovechando de esto... Ahora… ahora no es el momento.




Bill: ¿Cuándo entonces?- dijo con notoria molestia

Ana: es complicado…

Bill: Estoy aquí. Puedes hablar conmigo

Escuche sinceridad en sus palabras pero si seguía así, y si lo miraba a los ojos sabía que iba a derrumbarme y no podía dejar que me viera así. Abrace mis rodillas con fuerza como si eso fuera a ayudar a sostener mi armadura.

Ana: hace mucho que no los veo…

Bill: ¿por qué?

Ana: no sé. Yo… no he tenido tiempo…

Bill: eso no es excusa

Ana: lo sé… pero es que simplemente perdimos comunicación… ni siquiera se como están… - sentí un estrujón en el interior y seguido sentí una lágrima rodar por mi rostro.

Bill: ¿desde cuándo?

Ana: Bill…

Bill: ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con ellos?

Ana: ¿porque me haces esto? Me más daño de lo crees

Bill: Perdóname. Yo… no quería ser brusco.

Ana: hace-inhale lo mas profundo que pude- Mucho. Meses… no sé…

Bill: ¿y por qué no los llamas?

Ana: no es tan sencillo

Bill: claro que lo es, que tal si…

Ana: ¡No!-grite

Se quedó quieto mirándome extrañado y debía estarlo, ni siquiera yo esperaba esa reacción de mí.

Bill: ¿Cuál es el problema?

Ana: porque sería peor ¿entiendes? Mi padre no me dirige la palabra y a mi mamá sé que le hace mal hablar conmigo, en vez de tranquilizarle sé que se pone más triste cuando llamo. No puedo… - otra lágrima rodo por mi rostro, hubiera deseado no haberlo hecho porque después cayeron otras más.-Ya perdí mucho tiempo, es demasiado tarde… no van a perdonarme todo el tiempo que deje pasar

Bill: estas equivocada. Nunca es tarde, son tus padres, no sé qué problemas hayan tenido pero sé que tiene solución

Ana: ¿ha, si? ¿Lo crees de verdad?- trate de sonreír pero creo que no lo logre

Bill: todo estará bien- dijo y esas simples palabras me hicieron creer que así era. Junto a él todo parecía posible.-Llámalos.

Ana: no puedo…

Bill: Al menos inténtalo

Ana: necesito tiempo para reunir valor

Bill: está bien, pero no tardes mucho más

Ana: si…

Bill: ¿ahora puedes sonreír para mí? Quiero ver esos hoyuelos en tus mejillas de nuevo
Ana: ¿eh? –no pude evitar ponerme roja-No. A mí no me gustan.

Bill: ¿¡Qué!? Pero a mí sí, y esta noche decido yo. ¿Lo olvidaste?

Ana: ¿quién dijo que tú?




Bill: no es algo que necesite decir…

Acerco una mano a mi cara y limpio una de mis lágrimas.

Bill: no voy a dejar que nada te hiera, te lo aseguro

No pude resistir más, subí la mirada y mi mano como por voluntad propia voló a su costado derecho, se inclinó hacia mí y nuevamente dio el primer paso. Sus manos pasaron a mi espalda haciendo presión y sus uñas se encajaron en mi piel. Entendí lo que quería. Me senté encima de el con las piernas alrededor de su cadera, nuestros labios se movieron pausadamente pero conforme avanzaba el tiempo nuestros besos se volvieron más desesperados y exigentes, mordisquee sus labios y me separe de él, note como algo se tensaba bajo las sábanas.

Se recostó lentamente y yo me incline y fui recorriendo con mi boca cada centímetro de su torso, mientras escuchaba los gemidos de su respiración agitada.

Jugueteaba con mi cabello, hasta que agarro una de mis manos y me hizo subir para que encontrara su boca y lo besara de nuevo, mordió con fuerza mi labio inferior haciendo que se me escapara un gemido de dolor, él sonrió y como respuesta hice presión con mi rodilla en su entrepierna, se levantó con brusquedad haciendo que lo hiciera yo también.

Bill: no juegues así…

Ana: ¿por qué no?

Bill: puede haber consecuencias




Ana: no me dan miedo las consecuencias

Su pecho subía y bajaba agitado, sus dedos se fundieron en mi espalda acercándome más a él, luego apoyando sus manos en la cama se hizo hacia atrás conmigo encima. Sus manos iban dispuestas a palpar lo que sus ojos seguían con la mirada pero logre tomarlas antes que continuarán su camino haciendo que se quedaran sobre la cama. Volví a su boca pero solo rocé sus labios. Dirigiéndome a su cuello, lo recorrí con la lengua para detenerme en el lóbulo de su oreja y tras hacer lo mismo le di un pequeño y quizá doloroso mordisco, se apartó sin quitarme la vista de encima haciendo que me estremeciera baja esa mirada que lograba penetrar en mi alma, se inclinó hasta llegar a mis pechos haciendo un sutil recorrido con la lengua, sus manos escaparon de las mías, se movieron apretando mis glúteos.

Cuando había llegado el momento se recostó instándome a marcar el ritmo, no pude evitar gemir cuando sentí como se iba abriendo pasó en mí.

Sus manos, se posaron en mi cintura, apenas perceptibles, vi como en ese momento Bill se mordió el labio inferior, y al mismo tiempo sus uñas se me clavaban en la piel, haciendo que la sangre me hirviera.

Algo dentro de mí estallaba poco a poco, me sentía desvanecer, me incline hacia Bill haciéndoselo saber, su nariz cosquillo mi barbilla antes de que me hubiera separado de él. Golpeó la mano con la que me apoyaba y me hizo caer de espalda.

Se volvió con rapidez colocándose encima de mí volviendo a convertirse en una fiera salvaje a punto de cazar pero también al mismo tiempo cauteloso, yo también me prepare para recibirle nuevamente. Un grito desgarrador salió de mi garganta cuando le sentí aún más profundamente, en ese momento deslizo sus manos bajo mi espalda y subió hasta mí para besarme, yo también me aferre a él, abrazándole. Sus movimientos eran sutiles pero con fuerza, salvaje pero al mismo tiempo dulce como solo él podía ser.

Sentía como si en cualquier momento fuese a explotar, no podía más, el momento del clímax estaba por culminar, de nuevo me sentía desvanecer, oía los latidos acelerados de mi corazón aunados con los gemidos de Bill seguidos de los espasmos que le recorrían el cuerpo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario