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martes, 5 de noviembre de 2013

Capítulo 101






Llegue a casa sin una solo lágrima. Como si no pudiera sentir nada, como si el dolor fuera solamente una invención del ser humano… Pero, sabía en el fondo que estaba allí. Dentro de mí, aguardando paciente para salir desbordado en cuanto estuviera lista, en cuanto fuera consciente de que todo límite había sido sobrepasado.

Mientras iba subiendo las escaleras alcanzaba a ver el parque al otro lado de la calle, ese en el que Bill y yo habíamos estado sin saber la forma tan devastadora en como todo terminaría.

Valeria estaba recostada sobre el sofá más grande que teníamos en nuestra pequeña sala, nada más verme cerró el libro que estaba leyendo y lo dejo cuidadosamente en el buró de al lado, se puso de pie y se acercó a mi sorprendida, no solamente por mi aspecto físico sino en demasía por mi semblante.

Valeria: ¿estás bien…?

Ana: No.

Alargo su mano hasta mi hombro y luego me rodeo con sus brazos, yo le correspondí a desgana.

Valeria: ¿Tan mal estuvo?

Ana: No te imaginas cuánto. No te imaginas en lo que Bill se puede llegar convertir…-frunció el ceño interrogante y me hizo un gesto para que me sentara pero lo menos que quería era hablar sobre todo lo que me había dicho. Hubiera querido lucir despreocupada sin darle importancia pero no podía-Bill cree que yo soy lo peor del mundo mientras que él lo es realmente…

Valeria: ¿Por qué dices eso?

Ana: Porque todo este tiempo me engaño…-Valeria me miro como si estuviera bromeando, pero mi semblante serio no dejaba lugar a dudas, me di cuenta que no solo a mí me había engañado, quizá todos lo habían creído, porque incluso Tom, me lo hubiera contado si lo hubiera sabido… o al menos eso creía.

Valeria: Eso no puede ser… Él te quiere de verdad, lo sé, el mismo te pidió que se fueran a vivir juntos, es imposible…

Ana: Por favor-le pedí suplicante no quería escuchar los mismos argumentos que yo misma me daba para seguir creyendo en él-un chico de su edad ¿Cómo podría saber lo que quiere?

Valeria: Pero, pero… ¿lo viste?

Ana: No. Él me confeso su desliz… sin importancia, ¿lo puedes creer? Así lo llamo, porque ni siquiera tuvo el valor de hacerse responsable, me lo dijo como si hubiera sido algo natural, que se da, me dio a entender que yo debía saberlo y supongo que de estar con él, aceptarlo… -le solté de prisa desilusionada-¿te lo puedes creer?

Valeria: Perdón Ana… pero eso que me dices… no me suena a Bill

Ana: Eres mi amiga, no puedes ponerte de su lado aunque sea el hermano de tu novio

Valeria: No lo digo por eso, no seas tonta, es que Bill no es así

Ana: ¡Pues lo es! Eso y más. Es el más hábil de todos, y al ser hermano de Tom te diría que anduvieras con cuidado, pero no, Tom es transparente y honesto a diferencia de Bill. ¿Y sabes que es lo peor de todo? Ante sus ojos yo fui la mala, porque el solo tuvo un desliz… mientras que según él, yo le engañaba con Alex

Valeria: ¿¡Qué!? Pero eso sí que tiene que ser un chiste

Ana: Fue lo mismo que yo pensé… pero, es que, el me vio salir de casa de Alex, ese día… cuando tenía que ir por él

Valeria: No me lo creo… ¿pero qué hacía Bill ahí?-se quedó pensativa mientras yo sentía que cada segundo que pasaba lo odiaba más. Lo odiaba por todo lo que me había hecho sentir, lo odiaba porque a pesar de todo no me podía arrancar lo que sentía por él.- ¿Y Bill como sabía dónde es que vivía Alex? ¿No te suena raro que saliendo del aeropuerto hubiera salido hacia allá precisamente? Alguien…

Ana: No sé y a este punto no me importa, solo quiero olvidarme de todo, y ¿sabes? Ahora que pienso las cosas, creo que Bill siempre tuvo una mala imagen de mí, porque ¿qué le pudo haber hecho pensar que yo iba a aceptar  tener una relación con él aceptando sus escapes o deslices!?-el ritmo cardiaco se me acelero en un abrir y cerrar de ojos-quería que fuéramos honestos antes de lastimarnos… y creí que así era, se lo dije muchas veces, le pedí… ¿tienes idea de cuantas veces me dijo que no había nadie más? ¿Y cuantas citas y viajes no tuvo con Kim por trabajo!? Ya me imagino como se habrá burlado esa de mí, porque ella sabía que Bill estaba conmigo en cambio yo… ignorando todo, y todavía el muy cínico…

Valeria: Espera, espera… ¿Con Kim?

Ana: ¡Si!-grite enfurecida- con ella y ahora me ponga a pensar con cuantas más… ¿¡Cuántas más se hubieran resistido si les hablaba bonito!?-sentía nauseas nada de pensar en ello.

Valeria: Ahora lo creo menos, a esa se le notaba que siempre andaba detrás de él, pero de ahí a que Bill le hiciera caso es otra cosa, nunca mostro interés por ella…

Ana: Pues ya ves… simplemente sabía fingir muy bien

Valeria: Voy a hablar con Tom…él tiene que saber algo

Ana: No. Ya no quiero saber nada del tema, y mucho menos quiero saber que Tom lo ha cubierto todo este tiempo.

Valeria: Tom no haría eso…-se sonrojo al notar la confianza de mostrarse muy segura de ello

Ana: No sé. No sé nada, pero, es su hermano. A él le debe lealtad, mucha más que a mí. Sería lógico y no puedo culparlo de algo de lo que solo Bill es responsable.-sentía que el dolor de cabeza me volvería en cualquier momento, necesitaba dormir, era lo único que me podía ayudar en esos momentos.-Necesito descansar un poco…

Valeria: Si… ¿te llevo un té a tu habitación? ¿De qué sabor te gustaría?

Ana: Gracias, pero no creo poder pasar nada, no tengo hambre solo quiero dormir.

Valeria: ah… ¿segura?

Ana: si

Valeria: Bien… si me necesitas, estoy aquí, ¿Esta bien?

Ana: Gracias.

Camine hasta mi refugio y ni allí pude sentirme a salvo. ¿Cuántas veces había compartido esa habitación con Bill?

Estaba triste, desecha, desilusionada, me sentía impotente, en ese momento me venían un montón de cosas que hubiera querido decirle en los momentos en que me estaba humillando como si fuera la peor existencia sobre la tierra, y me dolía que pensara de esa forma de mí, pero era mejor así, porque así podía estar segura que no me iba a buscar nunca más. Me senté sobre la cama trayendo a mi mente recuerdos que me estaban traicionando, me levante de inmediato y me fui al baño a lavarme la cara, a quitarme el maquillaje corrido y a cepillar mi cabello, me cambie de ropa y volví a la habitación, me incline en el suelo para buscar algún disco de música que pudiera poner para quedarme dormida, pero no encontraba ninguno lo suficientemente bueno para regocijarme en el dolor.

Me quede sentada en el suelo, reconfortada de alguna manera, sintiéndome adolorida por cada palabra y promesa de amor que Bill me había hecho.

Nunca me hubiera imaginado la increíble capacidad que tenía de mentir, de hacerme sentir la única… No sabía si era solo una cuestión de bondad la que le había hecho haberme dejado soñar con la idea o había sido hecho solo por su propia conveniencia.

Si el único problema hubiera sido lo que él creía de mí, estaba segura que hubiera luchado por él, por demostrarle, aunque fuera lo último que hubiera hecho, que todo eran una sarta de mentiras, pero, ¿Cómo luchar por alguien que no te quiere?

Todos esos momentos juntos se me presentaban incompletos, porque nada más me llegaban a la conciencia quería desaparecerlos, los ignoraba, porque ahora dudaba de cada uno de ellos. Dudaba si sus pensamientos alguna vez habían sido para mí…

Llore sin descanso, una y otra vez, dándome cuenta de cuanto le quería y de que no volvería a tenerlo jamás, o mejor dicho, de que nunca le hubiera tenido. Necesitaba que estuviera allí, que llegara en cualquier momento a decirme que se arrepentía de todo, que me quería a mí, que ni Kim ni cualquier otra significaban nada para él, que todo había sido un error… algo en el fondo me decía que si un día se arrepentía ya sería demasiado tarde… y aun siendo así, nada cambiaría su engaño, yo no le podría perdonar eso jamás, solo hubiera deseado que hubiera terminado de una forma distinta.

Me abrace a mí misma diciéndome que él solo había jugado conmigo, que así había sido siempre y que la única culpable de haber salido herida, era yo, por creerle todo. Volví a la cama con pesar, los ojos me dolían pero no los podía cerrar, imágenes solo suyas no me dejaban dormir, estaba enojada de no poder parar de llorar, de calmarme unos segundos para empezar nuevamente con el martirio. Supe que ya no podría sentirme bien allí, nada me iba a reconfortar, todo me recordaba a él. Necesitaba volver a casa.

Me odie cuando tuve la esperanza de que él estuviera allí al día siguiente, temprano por la mañana, entrando desesperado y disculpándose por lo de esa tarde maldita, entonces yo le perdonaría y le diría que lo único que quería era estar con él.

No tan en el fondo de mi corazón sabía que eso no iba  a ocurrir, además, ¿En dónde carajos estaba mi orgullo? ¿Era tanta mi necesidad de él, que le suplicaría volver a su lado, permitiéndole que tuviera sus deslices insignificantes? ¿Es que no tenía dignidad?

Le quería y eso no iba a cambiar nunca, por eso tenía que alejarme o si no, ¿de tanta desesperación no iría corriendo a suplicarle por estar a su lado?

No, no, no. Jamás. Al fin, entre tanta confusión y con la almohada húmeda por las lágrimas logre quedarme dormida, aunque, no tuviera más que pesadillas para luego despertar al menos cinco veces esa noche pensando que solo eso habían sido, terribles sueños, y que no lo había perdido, pero la realidad caí pesada en mis hombros provocando una mayor agonía que se intensificaba cada vez que sucedía.

El reloj marcaba las 11 de la mañana, al final, había dormido de más… y con razón… lo último que quería era despertarme a la realidad. 

Me sentí tan asustada cuando me mire al espejo, tenía los ojos rojos e hinchados y mi expresión era de una tristeza infinita… Solo de verme tan mal, sentí unas ganas inmensas de comenzar a llorar, pero ya todas las lágrimas habían sido derramadas por su culpa, logre contenerme y me dirigí a la cocina por algo de beber, pero me detuve en el pasillo. En la puerta estaba Valeria con Tom, él la tenía agarrada de la cintura con una mano y la otra estaba jugando con uno de sus rizos, Valeria no le podía quitar la vista de encima, sus ojos le observaban sin pestañear, y me preguntaba si alguna vez yo lucí así de enamorada cuando estaba con Bill… Continúe caminando ignorando las miradas en mi espalda hasta llegar a la cocina, cogí un vaso de agua y hasta ese momento fui consciente de lo mucho que me dolía la garganta.

-¿Ahora si quieres ese té?-Valeria me mostraba una sonrisa maternal tratando de esconder su preocupación.

Ana: ¿Dónde dejaste a tu enamorado?

Valeria: está afuera…-deslizo una de sus manos por la alacena y saco una cajita-Tom quiere hablarte… pero no sabe cómo hacerlo…

Ana: Me voy.-ignore su comentario pero ella no ignoro el mío, dejo lo que estaba haciendo para acercarse a mí.

Valeria: ¿A dónde vas? ¿Aún es temprano para salir, no?-dijo seguramente con la esperanza de que solo se tratara de un ir y venir.

Ana: Sabes a lo que me refiero. Tom es su hermano y… es evidente que seguirá viniendo aquí y quizá Bill… así que yo salgo sobrando…

-No tienes que irte. Ni por mi hermano ni por mí.- Las dos nos dimos la vuelta sorprendidas. La expresión dolida de Tom de inmediato me hizo sentir culpable.

Ana: Es una decisión que ya tome. Y cuanto antes mejor, en lo que este aquí no quiero ver a Bill ni por error… -Tom me miro triste y luego le dirigió una mirada a Valeria-¿Qué? ¿Pasa algo?

Tom: Bill se fue. Ya no está en Londres.

¿Eso era lo que quería después de todo, no? Que una acción más de Bill terminara por decirme lo poco que le había importada nuestra relación. Rabia, solo eso sentí. ¿Tan fácil le estaba siendo pasar de página? Mientras yo seguía hecha pedazos.

Ana: aun así mañana iré a buscar un nuevo departamento.-Mentí. Valeria me echo una de esas miradas que me decía que sabía que no solo me iba de casa sino de Londres, aun así no dijo nada, le agradecí en silencio, al menos sabía que siendo mi amiga jamás diría a donde estaba por irme, ni siquiera a Tom. Tenía muy claro que lo último que quería era permanecer en un lugar lleno de recuerdos, de los mejores y los peores de mi vida. Los que amaría y aborrecería siempre-Si me disculpan voy a ducharme-dije y me aleje rápidamente, no quería  seguir teniendo a Tom en frente, que aunque tan distinto a su hermano, no hacía otra cosa que hacérmelo recordar, engañando a mi cerebro, diciéndome que era Bill. 

(…)

Los tres días posteriores fueron los peores, los había pasado como alma en pena, lamentándome por lo que ya no iba a ser…

Una parte de mí no creía posible que hubiera estado con alguien más… Cuando me besaba, cuando me abrazaba, cuando hasta hacía poco nuestro mayor problema era discutir donde íbamos a pasar nuestras vacaciones, cuando hablábamos de nuestros planes… de nuestros sueños juntos… pero, esa era la realidad, recordaba que para él solo había sido un entretenimiento y la sangre me hervía por las venas, quería destruir todo alrededor. Simplemente había sido muy hábil.

Por momentos le odiaba porque le seguía queriendo y en otros momentos sentía lastima por él, porque nunca sería feliz, porque al parecer tenía que tener a más de una persona con él… para sentirse bien…Pobre… no se ha dado cuenta que no solo se trata de que otra persona le baste, sino, que lo haga el mismo.

La carencia esta en él.

Y esa nunca la va a llenar, por lo tanto jamás podría ni tocar de cerca un poco de felicidad.

Al final de una semana más, supe que jamás podría dejar atrás el dolor si no  volvía a revivir todo ahora mismo, así que me deje envolver por cada uno de los recuerdos,  desde la forma tan curiosa en cómo comenzó nuestra relación... el primer beso, la primera vez que visite el estudio, cuando estuvimos en Alemania, cuando Camila les conoció y se enteró de la verdad, las cenas románticas que había preparado, el collar que me había regalado, cuando fue a México preocupado por la operación que le habían practicado a mi padre, y nos separamos pensando que no necesitábamos del otro… la reconciliación en Italia, el paseo en lancha  cuando me propuso esos planes con los que después me ilusione sin remedio… y un pensamiento atrevido se me cruzaba por la mente, todo lo que había hecho, ¿no significaba que me quería? Aunque fuera un poco… ¿Quién haría todo eso sin querer a esa persona?


Entonces guarde esa pequeña posibilidad en un rincón de mi alma, mientras respiraba el aire fresco, mucho menos contaminado que él de Londres, y miraba fascinada la arquitectura colonial de las casas y los edificios decorados con adornos navideños, disfrutando de la calidez de la gente, esa que ya extrañaba, tenía al menos el consuelo de estar de nuevo en casa…