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viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 103 (2°parte)



Nota: El cap.  102 y 103 están narrados en dos tiempos diferentes. (Uno de ellos corresponde a lo que sucede en la actualidad, es decir,  después de esos dos años y el otro corresponde a lo que sucedió entre el último día que Ana y Bill se vieron en Londres hasta antes de que se cumplieran esos dos años). 




Desperté en la mañana estando mucho más tranquila de lo que esperaba, todavía podía poner mi mundo de cabeza, de cierta forma me complacía el que hubiera regresado y por lo poco que había podido ver, arrepentido.

Lo que me daba miedo, es que eso no iba a cambiar nada.

Vacié agua hirviendo en una taza que ya contenía café, leche y azúcar. Volví al sofá a ver televisión para ver si de esa manera, aunque fuera por un momento, dejaba de sonar su nombre en mi cabeza.

Momentos después subí a mi habitación, empecé a recoger la ropa, acomodar los libros, sacudir, y abrir algunas cajas, de allí saque una más pequeña, en ese instante cuando vi su contenido supe que sería una buena idea ir a casa de mis padres por algunos días, allí definitivamente Bill no me buscaría porque estaba casi segura que iba a volver. Pero, ¿y si no lo hacía? Los nervios me consumían, pero, acaso era tanto mi deseo por tenerle frente de nuevo… me había vuelto tan masoquista, su presencia solo me lastimaba y yo solo lo quería ver…

Además todo era tan absurdo… como podría si quiera darle la oportunidad de hablar cuando el hizo caso omiso de mis palabras antes.

Salí a comprar comida, aunque no sabía para que si no tenía ni pizca de hambre. Anduve de prisa por la calle, inquieta, nerviosa, de cierta forma alegre y triste, absurdo, pero así sentía todo, un cumulo de emociones. Llegue a casa y deje todo sobre la mesa, corrí hasta arriba y me metí a la ducha con agua fría, el calor cada día estaba peor, pero además necesitaba estar despierta. Estuve alrededor de casi treinta minutos bajo la regadera, cuando la piel de mis dedos comenzó a arrugarse cerré la llave y salí caminando de puntitas envuelta en una enorme toalla blanca. Saque algunos vestidos no tan cortos como el que llevaba puesto el día anterior, pero no sabía cual elegir y mucho menos sabía porque era tan importante como vestir. Dos golpes se dejaron oír. Alguien estaba abajo. Mi ritmo cardiaco comenzó a elevarse, ¿acaso sería Bill? Ni siquiera estaba vestida pero no quería que se fuera. Camine hasta la escalera y desde allí intente asomarme para saber si se trataba de él. Baje algunos escalones hasta que llegue abajo.

Ana: ¿quién es…?

-¿Puedes abrir la puerta? no soy ningún ladrón y si lo fuera creo que no tocaría la puerta…-dijo una voz familiar en tono de burla.

Ana: ¿Ángel? ¿eres tú?

-Sí, ¿me vas a dejar aquí?

Ana: eh… no-casi iba a abrir la puerta cuando volví a ser consciente que solo llevaba la toalla puesta-no te puedo abrir

Ángel: sé que vine sin avisar pero…

Ana: No-me reí-no es eso, estaba en la ducha, y… voy a vestirme

Ángel: ¿no traes ropa?

Ana: eh… no…

Ángel no contesto, sin embargo, un momento después la manija daba una media vuelta.

Ana: ¿qué se supone que haces? Tiene llave Ángel-le indique en tono de reprimenda

Ángel: bueno… no perdía nada con intentar… ¿no me vas a abrir?

Ana: cuando este liste
   
Subí despacio las escaleras todavía sorprendida y de cierta forma decepcionada de que se tratara de él.

Me tome mi tiempo para elegir lo que iba a ponerme, peinarme y arreglarme casi con la intención de que Ángel se aburriera y se fuera, pero, opte por apresurarme, y decirle que otro día podríamos vernos.

Estuvimos en la sala viendo televisión o más bien, era él, porque yo no podía alejarme de la ventana, hasta que Ángel dedujo que yo tenía intención de salir, aunque eso fuero lo último que quería hacer.

Ambos salimos solo a caminar, empezó a contarme, no sé porque, un episodio de su infancia, reía sin la menor preocupación, era tan sencillo, no entendía porque su necesidad de estar con un ser complicado como era yo. Comenzó a mirar hacia todos lados, y luego dejo ambas manos flotando en el aire, me di cuenta que había comenzado una ligerísima llovizna que a penas y era perceptible, me sentí tan bien cuando dispersas gotitas resbalaron por mi piel como si estuvieran jugando a hacerme cosquillas, hasta que me di cuenta que era uno de sus dedos los que rasguñaba mi piel para llamar mi atención.

Volvimos a caminar por el mismo lugar para llegar a casa, Ángel quería un café y yo quería un té, pensaba que era muy fácil ponerle contento y que a mí me gustaba ponerlo de ese buen humor que luego me contagiaba, apenas fui consciente de que Bill estaba parado fuera de mi casa tocando el timbre, por un momento no supe si seguir caminando, o dar media vuelta antes de que nos viera.

Ángel: ¿Qué pasa?-Me miro y luego clavo su vista en Bill, puso su mano en mi espalda y prácticamente me empujo para que siguiera caminando.

Bill: Siento venir sin avisar, otra vez…-miro detrás de mí e inmediatamente fijo su vista en mis ojos, dolido.

Ángel: yo, tengo que irme pero, ¿te veo mañana?-dijo e hizo que Bill y yo rompiéramos el contacto visual, e inmediatamente extendió una mano hacia él.

Ana: sí, claro. Te veo mañana-Ángel beso mi mejilla, enseguida note como Bill se había incomodado y como Ángel comprendió que debía darse prisa.

Ángel inclino la cabeza ligeramente a modo de despedida y se fue disparado. Cuando lo hice cerré la reja del patio, la que usualmente permanecía abierta, porque todavía no sabía si debía salir también.

Bill: Hay cosas que debes saber

Ana: ¿Y tengo que escucharte?

Bill: Nos lo debemos…

En ese momento como si algo se hubiera encendido dentro de mí, me gire enfurecida.

Ana: ¡Yo no te debo nada!


Capítulo 103 (1° parte)





¿Vamos a comer? ¿Al cine? ¿Qué te gustaría…? Dime…

Mensajes como ese me habían estado llegando los días posteriores de haber conocido a Ángel, insistía mucho y yo le daba vueltas al asunto, en primera porque tenía miedo de involucrarme con alguien y en segunda… de alguna forma sentía que mi lugar no estaba con él…

Porque mi mente seguía inundada de una sola persona, ¿por qué seguía pensando en él? Si cuando estaba con ella… ni siquiera se acordaba de mí…

Acepte. Y esa misma tarde salí para encontrarme con Ángel. Llegue mucho antes de la hora así que aproveche para dar la vuelta por el centro comercial y quitarme los nervios. ¿Qué esperaba Ángel de mí? Yo solo podía ir en plan de amistad, esperaba en el fondo que no pensara otra cosa.

Entramos al cine a ver un filme de suspenso… luego fuimos  a comer, a dar una vuelta nuevamente. Lo examine con la mirada, era atractivo, dulce y simpático. Físicamente era muy guapo y no había nada en él que se pareciera en absoluto a Bill, eso tenía que tener un punto a favor, no necesitaba verlo en nadie más. Todo había salido bien, y habíamos hablado como dos buenos amigos, me llevo a casa e incluso me acompaño hasta la puerta y fue ahí donde en ningún momento vi venir ese beso…

Me separe de él casi de inmediato y solo ví sus grandes ojos verdes observarme sin parpadear, podía leer en ellos la intención de repetir esa acción, podía perderme en su mirada un buen rato…

…]

Tome la taza de café que me ofrecía la azafata, sentí la temperatura caliente adherirse a mi piel, sople dos veces el vapor que emanaba, dándole un sorbo y volviendo al presente. Volví la vista al libro de bolsillo que aguardaba en la diminuta mesita, pero, no podía concentrarme, quería alejar de mi mente todos los pensamientos tristes y sobretodo necesitaba mantenerme fuerte para lo que fuera que encontrara… al menos ahí estaría Camila, ella estaría conmigo. Quería estar en casa, y no camino al pasado… pero necesitaba volver.

[…

Otra vez era él… cinco llamadas perdidas, definitivamente era perseverante… después de antenoche no habíamos hablado demasiado pero estaba invitándome nuevamente a salir y si le decía que si… definitivamente iba a pensar que estaría dispuesta a intentar algo con él y yo no quería eso… ¿o sí?

Ángel era casi algo perfecto, cualquier chica podría enamorarse, ¿por qué estaba negada a la idea…?

Me cambie lo más pronto que pude y salí corriendo como en los últimos días había hecho, mi celular volvió a sonar y yo me apresure a subir al auto, si no alcanzaba a contestar le mandaría un mensaje a Ángel para decirle que saldría con él esa misma noche. Otra vez iba a llegar tarde… ¿por dónde sería mejor irme? Tenía que llegar rápido, y a esas horas… baje la ventanilla, y el vapor caliente se introdujo dentro del auto… saque el teléfono de mi bolsa y observe el número en la pantalla hasta que la persona al otro lado colgó. Otra vez ese número… Era Valeria de nuevo y yo no hice más que quedarme quieta y cerrar los ojos. Apenas estaba saliendo de un gran bache en mi vida como para que me lo volviera a recordar. Ya me disculparía después por correo, pero hablar con ella, no. Borre el número y apague el teléfono, recordé que tenía que llegar temprano así que puse el pie en el acelerador.

Estaba tan sumergida y aburrida en la rutina, sentía que me ahogaba, tenía que hacer algo…pensaba mientras estaba detenida en el tráfico, quien sabe cuánto tiempo me llevaría esta vez ahí, quince… veinte, treinta minutos tal vez… Ángel no me había enviado un solo mensaje… Y eso ya era bastante extraño, ¿se abría aburrido de tanta negativa…? ¿Y qué me pasaba a mi ahora? Miraba el teléfono cada cinco minutos para ver si había enviado algo. Que fácil era acostumbrarse a la atención de alguien interesado en ti. Quizá esta era la oportunidad de olvidar el pasado y comenzar algo nuevo.

Llegue a casa y fui directo a la ducha, el calor me estaba matando, era realmente incomodo salir así, prepare la tina y me metí con solo agua fría, me tome mi tiempo mientras planeaba lo que haría. Podía ir a casa de Ángel e invitarlo a salir, tal vez a comer o ir al cine…

…]

(...
Imaginaba el camino que tenía que seguir y la manera de afrontar algo que realmente me aterraba, al menos de esa forma disminuía esa sensación tan desagradable.

Termine mi café y continúe mi lectura reprimiendo mis miedos. Cuando baje del avión eran las diez de la mañana, sentía un vacío en el estómago y un ligero dolor en la garganta. Me puse el abrigo, tome mi bolso y seguí a los otros pasajeros. Fui por mi maleta y anduve de prisa hasta salir del aeropuerto y conseguir un taxi. Me acomode la bufanda y me puse los guantes. El vehículo avanzaba con una desesperante lentitud pero no podía pedirle al conductor que fuera más rápido, el pavimento estaba resbaladizo, hasta yo sentía la dificultad para poder desplazarse y me di cuenta que con el menor error aquello podía terminar en un accidente, sentí una aprensión en el pecho, ahuyente ese pensamiento  y mantuve la vista al frente.

Cuando entramos a la ciudad el cielo se oscureció pero el auto pudo desplazarse con mayor facilidad. Me mantuve en silencio mientras el conductor murmuraba algo sobre el clima y luego encendía la radio. El taxi se introdujo en el estacionamiento del hospital hasta llegar a la entrada principal del mismo. Me quite un guante para sacar el efectivo mientras el abría el portaequipaje y ponía mi maleta sobre uno de los escalones.

Camine de prisa, hasta llegar a la recepción, esos pocos pasos habían sido los más angustiantes de mi vida. Había una señora ofreciéndome una de esas sonrisas que te quieren dar a entender que todo iba a estar bien, pero, no lo estaba, no hasta que la viera.

Ana: Ho…Hola…-mire el reloj en la pared detrás de ella-Buenos días…

X: Buenos días señorita. ¿En qué puedo ayudarla?

Ana: necesito saber en qué habitación esta la señorita Grimaldi…

…)

Termine poniéndome un vestido fresco y colorido de un verde aquea algo cortito, esperaba que no resultara demasiado atrevido… me deje el cabello suelto, luciendo el nuevo corte y me puse los zapatos altos que parecían combinarle. Me senté frente al espejo para ponerme algo de maquillaje y brillo en los labios. Estaba por terminar cuando sonó el timbre de la puerta. No esperaba ninguna visita pero ya me estaba imaginando que podría ser él. Se había adelantado a mis planes.

Baje las escaleras corriendo, desde allí podía vislumbrar su silueta.

Mis ojos se encontraron con los suyos cuando abrí la puerta. Unos oscuros y atormentados. No me moví, ni si quiera pude hablar, pero por dentro me estaba tambaleando sin control. Siempre había creído que si volvía sabría que decir, había imaginado mil veces como sería, pero solo le mire sin saber qué hacer.

-Hola.

Mi cabello se movió con el aire y él lo siguió con la vista. Aún no era tan tarde y la noche ya lo consumía todo a su alrededor.

No le encontraba ningún sentido a su presencia solo sabía que su lugar en mi memoria seguía intacto.

Ana: ¿qué haces aquí?-sentí mi voz quebrarse, no sabía de qué forma pero, me mantuve entera delante suyo. Bill estaba mirándome cuidadosamente. Un segundo sin parpadear era como volver a ese último día…

Bill: Quería...-su tono de voz delataba que él también recordaba muy bien todo-Quiero… Hablar…

Ana: ¿Qué?-su voz anhelante me trajo cada una de sus ofensas a la cabeza y la sangre comenzó a correrme como caballos salvajes desbocados.- ¿¡Hablar!? Hasta donde sé, todo quedo dicho... 

Tenía sentimientos mezclados, por un lado la rabia y por otro el cariño. Ese que nunca le había dejado de tener, ese que no aun no comprendía porque le guardaba con tanto cuidado. Por ningún motivo iba a hacer lo que los recuerdos me sugerían…

Bill: ¿Puedo pasar?-preguntó casi creo con temor.

Eso quería decir que ya se había arrepentido de lo que dijo… De lo que hizo…

No, no, ¡no!  

Sentí pánico de lo que tuviera que decir, de lo que lo hubiera traído aquí. Mire detrás de él con disimulo esperando ver a Tom o a alguno de los chicos, incluso a Valeria.

Bill: comprendo…-dijo al tiempo que me miraba suplicante-al menos, ¿puedo hablar contigo?-continúe en silencio tratando de pensar a toda velocidad si eso tendría algún sentido…pero no podía concentrarme por esa odiosa sensación de euforia por verle ahí, ante mí, cuando me había resignado a que eso no iba a volver a suceder.-No has contestado ninguna de mis llamadas…

Ana: ¿Me has llamado…?

Bill: un par de veces…

Ana: ¿eras tú…? Siempre creí que era Valeria

Bill: al principio creí que sabías que era yo y por eso no contestabas pero ni ella tiene este número-sonrió levemente.

Vi sus ojos dilatándose, brillar con la luz y trate de imaginar cuál era su intención.

Ana: de haber sabido que eras tú… tampoco hubiera contestado

Bill: Ana… Yo… -murmuro nervioso-Sé que todo termino mal entre nosotros. Estoy aquí para... Quiero intentar arreglarlo…

Ana: ¿Arreglar…?-la cabeza me dio vueltas, no entendía que estaba pasando. Ya no podía arreglar nada. ¿Cómo lo haría? El daño estaba hecho. Su presencia sobrepasaba más de lo que podía soportar. Porque era el peor sufrimiento saber que le seguía queriendo y que eso no iba a importar de nada.-Vete por favor.

Bill: Solo te pido que me escuches, solo quiero…

Ana: ¿Cuántas veces yo te pedí eso?-le interrumpí con brusquedad, y me arrepentí al momento, no quería que notara cuánto daño podía causarme aun. Di un paso atrás tropezando con el escalón, antes de caer su tacto caliente volvía a grabarse en mi piel.

Bill: ¿estás bien?-dijo acercándome más a su cuerpo, mucho más de lo que podía tolerar.

Tenía la sensación de que estaba en un sueño. Incluso que todo lo era. Que nunca terminamos de esa forma tan dolorosa y que él no se había quedado con esa horrenda percepción de mí. Los días anteriores, los meses se habían borrado. Y ahí estábamos de vuelta. Como si hubiera sido ayer cuando hasta donde yo sabía, habíamos perdido cualquier tipo de lazo o afecto, incluso respeto.

Ana: No me toques…-le susurre sin mirarle

Bill: Lo lamento…-dijo y sin hacerme caso me acerco a él. Sentí sus brazos en mi espalda suplicando un perdón silencioso, y mi propio cuerpo casi acurrucándose al suyo

Ana: No…-podía apenas pronunciar, estaba a punto de derrumbarme ahí mismo-No lo lamentes…-me aleje lo más rápido que pude, sentía que en cualquier momento iba a asfixiarme

Bill: Ana…

Ana: No me importa quien crees que eres, no solo porque te apareces aquí voy a hacer todo a un lado… Yo…-volví a dar un paso atrás esta vez con cuidado, mi mano se aferró a la manija de la puerta-Estaba por salir.

Bill: Claro-me observo de arriba abajo y por primera vez me sentí apenada por su mirada-debí suponerlo… Estás hermosa

Ana: Por favor… -señale con la mirada en dirección a la calle-me vas a hacer llegar tarde…

Bill: Todavía no he hecho nada…-pronuncio serio-pero, no me molestaría hacer que te quedes…

Ana: Ni siquiera te atrevas…-murmure encarándole, alcanzando a percibir un recuerdo en sus ojos-después de todo lo que dijiste…lo poco que te importo como termino… no tienes derecho a…

Bill: Por eso estoy aquí-confeso frustrado-lo que te hice…-pronuncio con dolor

Ana: No quiero nada de ti-le corte en seco intentando cerrar la puerta

Bill: Por favor…-dijo en un tono de suplica que no creí escuchar nunca salir de su boca

Ana: No quiero que estés aquí…-le dije casi suplicando que se fuera, no soportaba ni un minuto más. Bill soltó la puerta y yo pude cerrarla.

Lo observe desde la ventana caminar hasta un auto que le estaba esperando, se subió no sin antes echar un último vistazo a la casa. Nada más irse no pude evitar romper a llorar todavía más que aquella vez, y es que su presencia me hacía sentir tan aliviada y miserable al mismo tiempo.