Llegue a casa sin una solo lágrima. Como si no pudiera sentir nada,
como si el dolor fuera solamente una invención del ser humano… Pero, sabía en
el fondo que estaba allí. Dentro de mí, aguardando paciente para salir
desbordado en cuanto estuviera lista, en cuanto fuera consciente de que todo
límite había sido sobrepasado.
Mientras iba subiendo las escaleras alcanzaba a ver el parque al otro
lado de la calle, ese en el que Bill y yo habíamos estado sin saber la forma
tan devastadora en como todo terminaría.
Valeria estaba recostada sobre el sofá más grande que teníamos en
nuestra pequeña sala, nada más verme cerró el libro que estaba leyendo y lo
dejo cuidadosamente en el buró de al lado, se puso de pie y se acercó a mi sorprendida,
no solamente por mi aspecto físico sino en demasía por mi semblante.
Valeria: ¿estás bien…?
Ana: No.
Alargo su mano hasta mi hombro y luego me rodeo con sus brazos, yo le
correspondí a desgana.
Valeria: ¿Tan mal estuvo?
Ana: No te imaginas cuánto. No te imaginas en lo que Bill se puede
llegar convertir…-frunció el ceño interrogante y me hizo un gesto para que me
sentara pero lo menos que quería era hablar sobre todo lo que me había dicho.
Hubiera querido lucir despreocupada sin darle importancia pero no podía-Bill
cree que yo soy lo peor del mundo mientras que él lo es realmente…
Valeria: ¿Por qué dices eso?
Ana: Porque todo este tiempo me engaño…-Valeria me miro como si
estuviera bromeando, pero mi semblante serio no dejaba lugar a dudas, me di cuenta
que no solo a mí me había engañado, quizá todos lo habían creído, porque
incluso Tom, me lo hubiera contado si lo hubiera sabido… o al menos eso creía.
Valeria: Eso no puede ser… Él te quiere de verdad, lo sé, el mismo te
pidió que se fueran a vivir juntos, es imposible…
Ana: Por favor-le pedí suplicante no quería escuchar los mismos
argumentos que yo misma me daba para seguir creyendo en él-un chico de su edad
¿Cómo podría saber lo que quiere?
Valeria: Pero, pero… ¿lo viste?
Ana: No. Él me confeso su desliz…
sin importancia, ¿lo puedes creer? Así lo llamo, porque ni siquiera tuvo el
valor de hacerse responsable, me lo dijo como si hubiera sido algo natural, que
se da, me dio a entender que yo debía saberlo y supongo que de estar con él,
aceptarlo… -le solté de prisa desilusionada-¿te lo puedes creer?
Valeria: Perdón Ana… pero eso que me dices… no me suena a Bill
Ana: Eres mi amiga, no puedes ponerte de su lado aunque sea el hermano
de tu novio
Valeria: No lo digo por eso, no seas tonta, es que Bill no es así
Ana: ¡Pues lo es! Eso y más. Es el más hábil de todos, y al ser
hermano de Tom te diría que anduvieras con cuidado, pero no, Tom es
transparente y honesto a diferencia de Bill. ¿Y sabes que es lo peor de todo?
Ante sus ojos yo fui la mala, porque el solo tuvo un desliz… mientras que según
él, yo le engañaba con Alex
Valeria: ¿¡Qué!? Pero eso sí que tiene que ser un chiste
Ana: Fue lo mismo que yo pensé… pero, es que, el me vio salir de casa
de Alex, ese día… cuando tenía que ir por él
Valeria: No me lo creo… ¿pero qué hacía Bill ahí?-se quedó pensativa
mientras yo sentía que cada segundo que pasaba lo odiaba más. Lo odiaba por
todo lo que me había hecho sentir, lo odiaba porque a pesar de todo no me podía
arrancar lo que sentía por él.- ¿Y Bill como sabía dónde es que vivía Alex? ¿No
te suena raro que saliendo del aeropuerto hubiera salido hacia allá
precisamente? Alguien…
Ana: No sé y a este punto no me importa, solo quiero olvidarme de
todo, y ¿sabes? Ahora que pienso las cosas, creo que Bill siempre tuvo una mala
imagen de mí, porque ¿qué le pudo haber hecho pensar que yo iba a aceptar tener una relación con él aceptando sus “escapes o
deslices”!?-el ritmo cardiaco se me acelero en un abrir y
cerrar de ojos-quería que fuéramos honestos antes de lastimarnos… y creí que
así era, se lo dije muchas veces, le pedí… ¿tienes idea de cuantas veces me
dijo que no había nadie más? ¿Y cuantas citas y viajes no tuvo con Kim por “trabajo”!? Ya me imagino como se habrá burlado esa de mí,
porque ella sabía que Bill estaba conmigo en cambio yo… ignorando todo, y
todavía el muy cínico…
Valeria: Espera, espera… ¿Con Kim?
Ana: ¡Si!-grite enfurecida- con ella y ahora me ponga a pensar con cuantas
más… ¿¡Cuántas más se hubieran resistido si les hablaba bonito!?-sentía nauseas
nada de pensar en ello.
Valeria: Ahora lo creo menos, a esa se le notaba que siempre andaba
detrás de él, pero de ahí a que Bill le hiciera caso es otra cosa, nunca mostro
interés por ella…
Ana: Pues ya ves… simplemente sabía fingir muy bien
Valeria: Voy a hablar con Tom…él tiene que saber algo
Ana: No. Ya no quiero saber nada del tema, y mucho menos quiero saber
que Tom lo ha cubierto todo este tiempo.
Valeria: Tom no haría eso…-se sonrojo al notar la confianza de mostrarse
muy segura de ello
Ana: No sé. No sé nada, pero, es su hermano. A él le debe lealtad,
mucha más que a mí. Sería lógico y no puedo culparlo de algo de lo que solo
Bill es responsable.-sentía que el dolor de cabeza me volvería en cualquier
momento, necesitaba dormir, era lo único que me podía ayudar en esos
momentos.-Necesito descansar un poco…
Valeria: Si… ¿te llevo un té a tu habitación? ¿De qué sabor te
gustaría?
Ana: Gracias, pero no creo poder pasar nada, no tengo hambre solo
quiero dormir.
Valeria: ah… ¿segura?
Ana: si
Valeria: Bien… si me necesitas, estoy aquí, ¿Esta bien?
Ana: Gracias.
Camine hasta mi refugio y ni allí pude sentirme a salvo. ¿Cuántas
veces había compartido esa habitación con Bill?
Estaba triste, desecha, desilusionada, me sentía impotente, en ese
momento me venían un montón de cosas que hubiera querido decirle en los momentos
en que me estaba humillando como si fuera la peor existencia sobre la tierra, y
me dolía que pensara de esa forma de mí, pero era mejor así, porque así podía
estar segura que no me iba a buscar nunca más. Me senté sobre la cama trayendo
a mi mente recuerdos que me estaban traicionando, me levante de inmediato y me
fui al baño a lavarme la cara, a quitarme el maquillaje corrido y a cepillar mi
cabello, me cambie de ropa y volví a la habitación, me incline en el suelo para
buscar algún disco de música que pudiera poner para quedarme dormida, pero no
encontraba ninguno lo suficientemente bueno para regocijarme en el dolor.
Me quede sentada en el suelo, reconfortada de alguna manera,
sintiéndome adolorida por cada palabra y promesa de amor que Bill me había
hecho.
Nunca me hubiera imaginado la increíble capacidad que tenía de mentir,
de hacerme sentir la única… No sabía si era solo una cuestión de bondad la que
le había hecho haberme dejado soñar con la idea o había sido hecho solo por su
propia conveniencia.
Si el único problema hubiera sido lo que él creía de mí, estaba segura
que hubiera luchado por él, por demostrarle, aunque fuera lo último que hubiera
hecho, que todo eran una sarta de mentiras, pero, ¿Cómo luchar por alguien que
no te quiere?
Todos esos momentos juntos se me presentaban incompletos, porque nada
más me llegaban a la conciencia quería desaparecerlos, los ignoraba, porque
ahora dudaba de cada uno de ellos. Dudaba si sus pensamientos alguna vez habían
sido para mí…
Llore sin descanso, una y otra vez, dándome cuenta de cuanto le quería
y de que no volvería a tenerlo jamás, o mejor dicho, de que nunca le hubiera
tenido. Necesitaba que estuviera allí, que llegara en cualquier momento a
decirme que se arrepentía de todo, que me quería a mí, que ni Kim ni cualquier
otra significaban nada para él, que todo había sido un error… algo en el fondo
me decía que si un día se arrepentía ya sería demasiado tarde… y aun siendo así,
nada cambiaría su engaño, yo no le podría perdonar eso jamás, solo hubiera
deseado que hubiera terminado de una forma distinta.
Me abrace a mí misma diciéndome que él solo había jugado conmigo, que
así había sido siempre y que la única culpable de haber salido herida, era yo,
por creerle todo. Volví a la cama con pesar, los ojos me dolían pero no los
podía cerrar, imágenes solo suyas no me dejaban dormir, estaba enojada de no
poder parar de llorar, de calmarme unos segundos para empezar nuevamente con el
martirio. Supe que ya no podría sentirme bien allí, nada me iba a reconfortar,
todo me recordaba a él. Necesitaba volver a casa.
Me odie cuando tuve la esperanza de que él estuviera allí al día
siguiente, temprano por la mañana, entrando desesperado y disculpándose por lo
de esa tarde maldita, entonces yo le perdonaría y le diría que lo único que
quería era estar con él.
No tan en el fondo de mi corazón sabía que eso no iba a ocurrir, además, ¿En dónde carajos estaba mi
orgullo? ¿Era tanta mi necesidad de él, que le suplicaría volver a su lado, permitiéndole
que tuviera sus deslices insignificantes? ¿Es que no tenía dignidad?
Le quería y eso no iba a cambiar nunca, por eso tenía que alejarme o
si no, ¿de tanta desesperación no iría corriendo a suplicarle por estar a su
lado?
No, no, no. Jamás. Al fin, entre tanta confusión y con la almohada
húmeda por las lágrimas logre quedarme dormida, aunque, no tuviera más que
pesadillas para luego despertar al menos cinco veces esa noche pensando que
solo eso habían sido, terribles sueños, y que no lo había perdido, pero la
realidad caí pesada en mis hombros provocando una mayor agonía que se
intensificaba cada vez que sucedía.
El reloj marcaba las 11 de la mañana, al final, había dormido de más…
y con razón… lo último que quería era despertarme a la realidad.
Me sentí tan
asustada cuando me mire al espejo, tenía los ojos rojos e hinchados y mi
expresión era de una tristeza infinita… Solo de verme tan mal, sentí unas ganas
inmensas de comenzar a llorar, pero ya todas las lágrimas habían sido derramadas
por su culpa, logre contenerme y me dirigí a la cocina por algo de beber, pero
me detuve en el pasillo. En la puerta estaba Valeria con Tom, él la tenía
agarrada de la cintura con una mano y la otra estaba jugando con uno de sus
rizos, Valeria no le podía quitar la vista de encima, sus ojos le observaban
sin pestañear, y me preguntaba si alguna vez yo lucí así de enamorada cuando
estaba con Bill… Continúe caminando ignorando las miradas en mi espalda hasta llegar
a la cocina, cogí un vaso de agua y hasta ese momento fui consciente de lo
mucho que me dolía la garganta.
-¿Ahora si quieres ese té?-Valeria me mostraba una sonrisa maternal
tratando de esconder su preocupación.
Ana: ¿Dónde dejaste a tu enamorado?
Valeria: está afuera…-deslizo una de sus manos por la alacena y saco una
cajita-Tom quiere hablarte… pero no sabe cómo hacerlo…
Ana: Me voy.-ignore su comentario pero ella no ignoro el mío, dejo lo
que estaba haciendo para acercarse a mí.
Valeria: ¿A dónde vas? ¿Aún es temprano para salir, no?-dijo
seguramente con la esperanza de que solo se tratara de un ir y venir.
Ana: Sabes a lo que me refiero. Tom es su hermano y… es evidente que seguirá
viniendo aquí y quizá Bill… así que yo salgo sobrando…
-No tienes que irte. Ni por mi hermano ni por mí.- Las dos nos dimos
la vuelta sorprendidas. La expresión dolida de Tom de inmediato me hizo sentir
culpable.
Ana: Es una decisión que ya tome. Y cuanto antes mejor, en lo que este
aquí no quiero ver a Bill ni por error… -Tom me miro triste y luego le dirigió una mirada a Valeria-¿Qué? ¿Pasa
algo?
Tom: Bill se fue. Ya no está en Londres.
¿Eso
era lo que quería después de todo, no? Que una acción más de Bill terminara por
decirme lo poco que le había importada nuestra relación. Rabia, solo eso sentí.
¿Tan fácil le estaba siendo pasar de
página? Mientras yo seguía hecha pedazos.
Ana: aun así mañana iré a buscar un nuevo departamento.-Mentí. Valeria
me echo una de esas miradas que me decía que sabía que no solo me iba de casa
sino de Londres, aun así no dijo nada, le agradecí en silencio, al menos sabía
que siendo mi amiga jamás diría a donde estaba por irme, ni siquiera a Tom. Tenía
muy claro que lo último que quería era permanecer en un lugar lleno de recuerdos,
de los mejores y los peores de mi vida. Los que amaría y aborrecería siempre-Si
me disculpan voy a ducharme-dije y me aleje rápidamente, no quería seguir teniendo a Tom en frente, que aunque
tan distinto a su hermano, no hacía otra cosa que hacérmelo recordar, engañando
a mi cerebro, diciéndome que era Bill.
(…)
Los tres días posteriores fueron los peores, los había pasado como
alma en pena, lamentándome por lo que ya no iba a ser…
Una parte de mí no creía posible que hubiera estado con alguien más… Cuando
me besaba, cuando me abrazaba, cuando hasta hacía poco nuestro mayor problema
era discutir donde íbamos a pasar nuestras vacaciones, cuando hablábamos de
nuestros planes… de nuestros sueños juntos… pero, esa era la realidad, recordaba
que para él solo había sido un entretenimiento y la sangre me hervía por las
venas, quería destruir todo alrededor. Simplemente había sido muy hábil.
Por momentos le odiaba porque le seguía queriendo y en otros momentos
sentía lastima por él, porque nunca sería feliz, porque al parecer tenía que
tener a más de una persona con él… para sentirse bien…Pobre… no se ha dado cuenta que no solo se trata de que otra
persona le baste, sino, que lo haga el mismo.
La carencia esta en él.
Y esa nunca la va a llenar, por lo tanto jamás podría ni tocar de
cerca un poco de felicidad.
Al final de una semana más, supe que jamás podría dejar atrás el dolor
si no volvía a revivir todo ahora mismo,
así que me deje envolver por cada uno de los recuerdos, desde la forma tan curiosa en cómo comenzó
nuestra relación... el primer beso, la primera vez que visite el estudio, cuando
estuvimos en Alemania, cuando Camila les conoció y se enteró de la verdad, las
cenas románticas que había preparado, el collar que me había regalado, cuando
fue a México preocupado por la operación que le habían practicado a mi padre, y
nos separamos pensando que no necesitábamos del otro… la reconciliación en
Italia, el paseo en lancha cuando me propuso esos planes con los que después
me ilusione sin remedio… y un pensamiento atrevido se me cruzaba por la mente, todo
lo que había hecho, ¿no significaba que me quería? Aunque fuera un poco… ¿Quién haría todo eso sin querer a esa persona?
Entonces guarde esa pequeña posibilidad en un rincón de mi alma,
mientras respiraba el aire fresco, mucho menos contaminado que él de Londres, y
miraba fascinada la arquitectura colonial de las casas y los edificios
decorados con adornos navideños, disfrutando de la calidez de la gente, esa que ya extrañaba, tenía al menos el consuelo de estar de nuevo en casa…